Ediciones Irreverentes. Colección Incontinentes nº 19
ISBN: 978-84-96959-25-5 • 96 páginas. PVP 10 €

Putas de fin de siglo me ha parecido espléndido, es un libro que se lee con frenesí”, afirmó Luis García Berlanga al publicarse la primera edición de esta obra.

Sobre este catálogo de las modernas putas afirmó El Mundo, «Miguel Ángel de Rus ha bebido del clasicismo satírico de Juvenal y Quevedo».

Queda claro el enfoque de este libro: tratar de nuestras putas, de los vicios de la sociedad, del erotismo de pago, y de cuántas formas de vender el cuerpo y el alma hay, pero desde un punto de vista satírico.

Así definía este libro la revista para hombres DT: «Sexy y caliente». Muchas cosas unen a la bailarina de tugurio, a la niña de agarro, a las dominicanas del polígono industrial, a la puta telemática, a la postmoderna, a la supuesta modelo, a la cortesana, a la puta intelectual y a la puta estrella del Pop. Todas ellas y otras están en estas páginas.

Sobre estas putas afirmó el diario Ya «De Rus denuncia la doble moralidad de la que está compuesta nuestra sociedad, el criterio moral para los poderosos y quienes les rodean y el del pueblo». Se puede ser puta, pero puta rica. Y la revista Tribuna apoya «De Rus explica mediante textos hilarantes, procaces y descarados, quién vende, por qué vende y quién compra». Si le gustan las putas éste es su libro; si es una puta, también. Hay muchas putas, profesionales y amateurs, descubra qué tipo de puta es.

Ya lo afirmó Cambio 16, «Putas de fin de siglo levanta las faldas a la sociedad». Entre el erotismo y la sátira, es uno de los libros menos políticamente correctos publicados en los últimos tiempos. Putas de fin de siglo es un libro de relatos de carácter satírico y una gran carga de humor que pasa revista a los vicios de este fin de siglo y que más que de las profesionales del sexo, trata de todos nosotros. Este título –antes de ser publicado por Ediciones Irreverentes– inició la colección Desórdenes de la Editorial Olalla. Al ser entrevistado por Gemma Nierga en la Cadena SER, De Rus afirmó que «putas somos todos». La presentadora, aunque quizá no se acuerde, respondió entre risas, «yo también, yo también». En estas putas no sólo hay profesionales del polvo, fornifolladoras y otras especies genitales, sino, sobre todo, sátiras de los comportamientos actuales de la sociedad. El libro acaba con un texto entre sátira y diatriba desde el púlpito en el que De Rus recuerda, con evidente mala leche, que todo tipo de prostitución existe porque todos permitimos a los poderosos que nos compren con su dinero, y que no estaría de más acabar con ello, incluidos los reyes que han pasado a la historia on el apodo de «Santo» a pesar de permititr la prostitución. ¿Conservador este De Rus? Para aquellos que creen que conservador y progresista es lo que dicen los partidos políticos actuales y los medios de formación y conducción de masas (antes medios de comunicación), quizá, pero para los que saben lo que es el comunismo, el socialismo, el anarquismo y conocen algunas utopías, De Rus es un rojo peligroso, por mucho que vista traje y corbata. Pero ¿para qué ponerse la ropa de guerra, si ya no quedan barricadas? Putas de fin de Siglo fue presentado en la Sala Manuel de Falla de SGAE por Teddy Bautista, los periodistas Andrés Aberasturi, José Cavero y Goyo González y el autor. Tras la presentación hubo una representación de los relatos que corrió a cargo de las actrices Eulalia Ramón, Azucena de la Fuente, Amparo Climent y del actor radiofónico Paco Barrero.

 

El autor: Miguel Ángel de Rus

Ha publicado las novelas: Novelas reunidas (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2016. 550 pg. 978-84-944925-5-6); Bäsle, mi sangre, mi alma(Madrid. Ediciones Irreverentes. 2005. 104 pg. 978-84-96115-31-6); Dinero, mentiras y realismo sucio (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2000. 112 pg. 978-84-930631-3-9); y Europa se hunde (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2 ediciones. 1999. 153 pg. 978-84-96115-34-7). Los libros de relatos: Extraña noche en Linares (Madrid. M.A.R. Editor. 2013. 244 pg. 978-84-939322-8-2); La civilización y la nada (Madrid. Cuadernos del laberinto. 2009. 62 pg. 978-84-613-2587-0); Donde no llegan los sueños (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2007. 3 ediciones. 176 pg. 978-84-96115-55-2); Evas (Madrid. Ediciones Irreverentes. 186 pg. 2003. 3 ediciones. 978-84-96115-16-3); Malditos (Madrid. Ediciones Irreverentes. 160 pg. 2002. 978-84-932376-0-8); Putas de fin de siglo (Madrid. Olalla. 1998. 118 pg.) (Posteriormente Madrid. Ediciones Irreverentes. 2008. 86 pg. 978-84-96959-25-5) y Cuentos Irreverentes (Madrid. Prensa y Ediciones Iberoamericanas. 1995. 170 pg. 978-84-86568-58-0); y los ensayos: Perlas del pensamiento misógino (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2009.  223 pg. 3 Ediciones. 978-84-96959-55-2) y 237 razones para el sexo, 45 para leer (Madrid. Ediciones Irreverentes. 2007.  100 pg. 978-84-96959-02-6). Presentador y director de los programas literarios de RNE «Sexto Continente» y «Edición Exclusiva».

Entrevista en Acantilados de Papel por Francisco Javier Illán Vivas

Pregunta.- Cuando estaba esbozando las líneas biográficas anteriores, me ha asaltado una duda. ¿Miguel Ángel de Rus, escritor, ensayista, editor, periodista, presentador…? ¿O tendría que poner todo terreno?

Respuesta.- Aunque suene a broma, comencé a escribir cuentos con cinco años. Todos los días de mi vida me dormía teniendo entre las manos un tebeo o un libro. En la adolescencia, mientras otros se dedicaban a perseguir a las chicas de agarro del barrio y se preparaban para su futuro colocando mercancías en un supermercado o en un taller de coches, yo me dedicaba a leer libros impropios para mi edad, iba al teatro, veía muchísimo cine, pintaba, estudiaba guitarra y escribía sin parar. Estaba encauzado a la cultura. Escoger periodismo como carrera vino de mi pasión por escribir y de la ingenua idea de que se puede “cambiar el mundo”. Pero cuando acabé el doctorado ya estaba convencido de que el periodismo no me interesaba y que quería ser escritor. Ser novelista, ensayista, dramaturgo no es nada más que ser escritor. Y sobre presentar libros de otros autores es parte de mi vida laboral. Profesionalmente me dediqué a promocionar la cultura española en países como Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos o México, además de España. Así pues, es una vieja costumbre. Se aprende de todos.

P.- Dice tu prologuista que este libro pretende indagar en la figura de las putas, no en la psique de sus clientes. Reconozco ser un analfabeto en esta materia y, tal vez por eso, me atrevo a preguntarte: ¿no está ligado una con otro? Lo digo por que unas líneas más adelante dice que “aborda como punto de su estudio el tipo de clientes que visitan a estas mujeres”.

R.- Es una broma mía. Desdeño la psicología del cliente como una postura estética del narrador, una especie de elitismo. Pongo al narrador en una zona elevada, mirando a sus personajes desde arriba. Evidentemente en el transcurso de la obra estudia tanto la psicología de las supuestas putas como la de los clientes. Este libro tiene mucho de bestiario de la sociedad de nuestra época. En todo caso, a mí me interesa más el personaje de la puta que el del cliente, pero no nos engañemos, putas somos todos. Hay quien vende su cuerpo, hay quien vende su alma, hay quien vende su tiempo.

P.- Por cierto, y para que no se me olvide, ¿Tienen que ser mujeres? ¿No hay putos de fin de siglo?

R.- Los hay en el libro, Está ese tontiloco que acompañó nuestra adolescencia y juventud y que ahora, según el lenguaje moderno de los políticamente correctos, se ha hecho una reasignación de sexo. (Como si por ponerse o quitarse un cacho de carne se cambiaran los cromosomas de una persona, que son los que marcan el sexo). Está Mariano, que podría figurar en las listas lectorales de cualquier partido que aspire a la presidencia como representante del lobby rosa… hay hombres. Estamos quienes en algún momento de nuestra vida hemos alquilado nuestra pluma y nuestro verbo y quienes hemos acatado órdenes de un superior jerárquico al que hubiéramos debido matar.

P.- ¿Quién es padre de esa denominación de “servidora social”?

R.- Algún político imbécil o malvado, sin duda. Es una expresión un poco cursi. En todo caso, creo que la prostitución hace un gran servicio a la sociedad canalizando los impulsos, las perversiones, las soledades de mucha gente que de no desahogarse en cuerpos de alquiler lo haría de otro modo. Ámsterdam era un ejemplo de cómo la prostitución puede ser beneficiosa; se regula, se coloca en una zona en la que quien vaya sepa a lo que va, se establecen controles médicos, de seguridad, y cada cual hace lo que le apetezca, aunque creo que la situación está cambiando. Las “casas de alegría” tan descritas en la novela del siglo XIX fueron más que casas de putas, pero los movimientos prohibicionistas, tan actuales, las persiguieron con saña. Ahora, los prohibicionistas parecen estar tranquilas viendo en los polígonos industriales a las mujeres alquilando sus carnes, quemando palés de madera en invierno, subiéndose al primer coche sin saber cómo van a salir. Los prohibicionistas son buena gente que siempre está satisfecha de lo que hace, quizá porque no se molestan en saber las repercusiones de sus actos.

P.- ¿De verdad hay hombres dispuestos a pagar por meterse en una cabina para ver bailar desnuda a una señorita?

R.- Vente a Madrid, a la calle Atocha, y los verás encantados. Ahora hay otras cabinas, más discretas, que están en Internet. La pornografía está universalizada y ha llegado a las casas. Me parece bien, siempre que la gente lea libros y se culturice.

P.- ¿Cuándo deja una puta de serlo para convertirse en Madame, o no está reñido un oficio con el otro?

R.- Un buen braguetazo lo arregla todo. Ahora las madames han perdido el encanto de las novelas de la primera mitad del siglo veinte, se han convertido en empresarios. Una madame con su mesa camilla, su crucifijo en la pared y el calendario de Cajarural debía ser cutre, pero es una imagen que resulta tierna ¿no? Ahora Internet está llena de profesionales del sexo, chicas jovencitas, estupendas, con carnes prietas y lozanas, que son madames de sí mismas y por una exigua cantidad te dejan gozar de sus formas en la distancia.

P.- Una de las figuras de servidora social que me ha descubierto tu libro es la niña de agarro, la amateur, la aficionada a la fornicación.

R.- La mujer del S.XXI es un objeto de uso eminentemente sexual. Su imagen se usa y se tira. Los gobernantes legislan para que esté en las listas electorales en igualdad numérica con los hombres, para que esté en igualdad en los gobiernos, es políticamente igual, igual ante la ley, pero en realidad, si bien decide con qué hombres se acuesta y cuándo, se ha convertido a los ojos del hombre en una fuente de sexo gratuito, en la imagen con la que vender productos, en el cuerpo que llena el ocio varonil. Escribió Pilar Pedraza que en el S.XIX se emprendió con éxito una cruzada de construcción y abyección de la mujer. La publicidad y la pornografía se apoderaban de la imagen del cuerpo femenino y lo utilizaban, banalizándolo, en gran escala, como antes se había usado para poblar los universos míticos del erotismo. Es cierto, antes el hombre que quería gozar de una mujer pagaba por ello, porque la novia era sagrada. Ahora la mujer, queda reflejado en las novelas de Houellebecq, es dueña de su cuerpo, sí, pero para entregarlo. El hombre si paga prostitutas es porque quiere, porque puede acceder al cuerpo de casi cualquier mujer. La libertad de la mujer conlleva una servidumbre: la soledad. El hombre tiene legiones de mujeres dispuesta a compartir placer; ya no le queda ninguna razón para vivir con sólo una de ellas.

P.- Supongamos que la Tierra se hunde bajo el mar gracias al interés de la Humanidad en provocar el cambio climático, y sólo pudiese salvarse una clase de puta de fin de siglo, que sería entonces de siglo XXI. ¿Cuál de ellas crees que debería preservarse?

R.- No creo en el cambio climático. Los intereses personales de ese fracasado en política que es Al Gore me dan igual. Se mueven demasiados miles de millones de euros con la historia del cambio climático como para creer lo que cuentan. He pasado en mi vida la crisis de los misiles, el miedo a las explosiones de las centrales nucleares, cuando era niño había sectas que decían que el mundo se iba a acabar en 1975, pasé por el miedo planetario al fin del petróleo, la guerra de Irak iba a expandirse por el planeta por el fanatismo musulmán, el mundo se iba a acabar en el 2000, o al menos , se estropearían todos los ordenadores, he pasado la peste porcina, la gripe del pollo, las vacas locas, la gripe A… y a cada miedo que se le vendía al planeta, había muchos hijos de puta que ganaban dinero y poder. Ni creo en el cambio climático, ni en el fin del mundo en 2012, ni en la democracia. Lo siento.

P.- Háblame de la Editora Literaria.

R.- Creamos Ediciones Irreverentes un grupo de ingenuos. Después de unos duros años de lanzamiento, llegaron los buenos momentos y han pasado por Irreverentes Premios Nobel como Konrad Lorenz, Anatole France o Sienkiewicz, muchos de los autores hispanoparlantes contemporáneos más importantes, como Mario Benedetti, Augusto Monterroso, Francisco Umbral, Fernando Savater, Alonso de Santos, Joaquín Leguina, Eduardo Mendicutti, Horacio Vázquez Rial, Fernando Sánchez Dragó, Luis Antonio de Villena, Fernando Marías, Andrés Trapiello, Luis Alberto de Cuenca… Académicos de la Lengua como Francisco Nieva y Luis Mateo Díez, y varios de los autores europeos más destacados del S.XX, como recientemente Slawomir Mrozek. Y todo ello sin dejar de descubrir buenísimos nuevos valores que pronto estarán en la boca de todos los lectores del planeta. O de algunos, al menos. Ahora, 10 años después de haber iniciado esta aventura, ya con algunas canas, y de derrota en derrota, estamos más dispuestos que nunca a llegar a la victoria final. Se hundirán los imperios, pero el espíritu de Irreverentes sobrevivirá. Cuando me preguntan cómo definiría Irreverentes, digo: Delante, arriba y a la izquierda. Tenemos una cierta herencia de los pensadores cínicos, de los dandis y de los malditos del XIX.

P.- Hablando de otras cosas, en el apartado de la Editora Literaria, comentas algo que se está convirtiendo en una realidad: este es el país de los subvencionados, de los pesebreros, y, dices que todos los vagos y maleantes aseguran que deberían estar subvencionados por el Estado. ¿Queda alguno sin subvencionar?

R.- En Europa y más cerca, en España, deberíamos hacer una política común de la industria cultural. Una cosa es la cultura, que lo hacemos cada uno en casa, y otra la industria cultural. En lugar de subvenciones debería haber canales de distribución para los productos culturales, acabar con el poder de facto de las grandes multinacionales. Considero indignante que se den dos millones de euros para apoyar una película: háganse leyes para que todas las películas europeas sean tan proyectadas como las norteamericanas.

P.- Dices que sólo hay una cosa peor que un ministro que haya salido de la prostitución intelectual, pero aún no se ha descubierto qué puedes ser. ¿Cómo es posible? Con tantas investigaciones pagadas por los estados del mundo, ¿no hay forma de que los científicos descubran ese enigma existencial? (Te confesaré que yo creía que no había nada peor que un poeta malo)

R.- Los ministros de cultura españoles han sido casi todos patéticos. No tenemos Estadistas. Este es un paisito de reinos de taifas. Hay 17 reyezuelos que buscan acomodarse en su terruño y medrar, pequeños señores feudales. No vale de nada publicar un libro en una provincia porque en el resto del estado no se enteran. Nadie se ha preocupado en crear canales de relación entre reinitos de taifas. Como hayas rodado una película en La Rioja, con dinero público, prepárate y asume que nadie la verá en Murcia. Si eres un pintor alicantino, procura irte a París o Nueva York, porque como sigas en Alicante te vas a morir de asco. Es así. Jode que lo diga alguien tan claro, pero es así.

P.- ¿Alguna vez los críticos tendrán tiempo de mirar a su alrededor, dejar de leer las solapas de los libros y dejar de acudir a las cenas y otros pesebres invitados por agentes literarios y editores?

R.- La prensa ha muerto. Sólo acepto la crítica que venga de otro escritor. En los periódicos sólo se critican los libros de las editoriales que pagan publicidad, los libros de los periodistas del propio grupo empresarial, los amiguetes y los que son muy famosos y no se puede evitar criticar. He hablado con algún crítico por críticas que han hecho a escritores de mierda que son famosísimos; les he regañado –porque tengo el defecto de no saber callarme- por no decir su opinión, por usar medias tintas y no criticar libros basura. La respuesta es, “A ver qué hago… no puedo hacer otra cosa” Hace años dejé de leer críticas literarias. Las verdades oficiales de los suplementos culturales no me interesan, En Ediciones Irreverentes he publicado al menos a cinco escritores mucho mejores que los famosillos de actualidad. Cuando alguno se agobia porque no le hacen caso le recuerdo que Pío Baroja casi no vendía libros y que en su época los importantes eran Felipe Trigo, Alberto Insúa y el Caballero Audaz. Nadie se acuerda de ellos. No me importa la opinión de

P.- Trayendo la charla más a la actualidad, acabas de sacar un nuevo libro al mercado y, como siempre, irreverente y provocador.

R.- Acabo de presentar “Perlas del pensamiento misógino”, un estudio de unas 230 páginas dedicado a la visión que los escritores han tenido de la mujer a lo largo de la historia. Me presentaron el libro un gran escritor como Horacio Vázquez Rial y un dúo humorístico, Kuentaké, porque el tema es durillo y hay que hacerlo más agradable. Al recabar las frases que constituyen el vocabulario de “Perlas del pensamiento misógino”, se muestra una evolución histórica en la visión de la mujer. Se pasa de criticarla por no estar a la altura de su misión divina a mostrarla como simple cuerpo sin alma estable. Es voluble, insegura, caprichosa, de criterio poco firme, coqueta. En este vocabulario los conceptos que se dan de un modo más abundante son los de puta o aborto. Significativo. Ello nos lleva a pensar que en gran medida el hombre, y también el hombre que escribe, siguen considerando a la mujer en su papel reproductivo o en su relación con el goce sexual. Es muy curiosa la participación de la Iglesia Católica en la literatura misógina. La consideración de la mujer como posible bruja, perseguible por llevar la sociedad a manos del demonio, viene de antes del Siglo de Oro español. El Papa Inocencio III convirtió a la mujer en centro de odios en su cruzada contra el catarismo. El principal argumento usado contra ellas es el de la brujería, y la primeras personas que pagaron por ello fueron mujeres, quemadas el 29 de mayo de 1239 en Montwimer, Francia, (unas 180 brujas), en Toulouse en el año 1275 (Angela de la Barthe), o en el año 1279 en la ciudad de York, Inglaterra, en la que John de Kereslawe mató a una supuesta bruja. Los moralistas del Renacimiento, los erasmistas, dedicaron andanadas críticas a la mujer a la que no juzgaban capaz ni de pensar. Eso se pregunta Luis Vives que no duda en denostar el vicio de la charlatanería femenina: ‘Veloz es el pensamiento de la mujer y tornadizo por lo común, y vagoroso y andariego, y no sé bien a dónde le trae su propia lubricada ligereza…’ Las mujeres, para los clásicos del Siglo de Oro español era considerada de forma casi unánime “veleidosas, coquetas, casquivanas, torpes, viciosas, hipócritas, curiosas sin límite”. La estudiosa Anna Caballé, afirma que “la mujer ha sido a lo largo de la historia la principal enemiga de la Iglesia católica, pues ambas se han disputado al varón como realización de su destino, matrimonio o sacerdocio”. En el S.XIX las principales heroínas de la literatura fueron conocidas por sus infidelidades, no se puede olvidar que las principales heroínas literarias del siglo no son en ningún modo ejemplares; ni las infieles madame Bovary de Flaubert, Regenta de Clarín, y Anna Karenina de Tolstoi; ni la olvidadiza Mercedes retratada en El Conde de Montecristo por Dumas, ni la superficial Roxanne de quien se enamora Cyrano de Bergerac creado por Edmond Rostand. De hecho, aunque poco conocida por la inmensa mayoría de los lectores, la mujer perfecta de la literatura del S.XIX no es una mujer, sino una máquina con formas femeninas pero alma científica inventada por Edison: Hadaly, el magnífico personaje creado por Villiers de L´Îsle Adam. En el presente, la misoginia en la literatura se dulcifica y adquiere componente de odio nacionalista, como lo demuestran algunas descripciones literarias. Afirma Friedich Nietzsche: “Observad el modo de andar de las inglesas; no se encuentra en ningún país del mundo más bellos patos”. No es menos delicado Paul Claudel, “Cuando uno ha visto muchas mujeres alemanas, incluso una vaca os resulta placentera”. Ahora, el misógino se conforma con criticar que su novia enseñe las tetas en la playa. Ni la misoginia es lo que era.

P.- ¿No tienes miedo a las bofetadas?

R.- Utilizaré una frase que usa nuestro amigo común Luis Alberto de Cuenca: “Sin miedo ni esperanza”. No temo nada, no espero nada. Cada día escribo menos. De todas las cosas en las que creía, casi ninguna subsiste. Lo que pueda pensar la gente me da igual

P.- ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?

R.- Como decía Kandinsky, el artista está solo. Usemos su imagen de una pirámide. Cuando más abajo, las secciones son más grandes y pueden contener más gente. Cuanto más subimos, las secciones son menores y cabe menos gente. Cerca de la parte superior hay unos pocos que pueden comprender al artista. Pero en la cumbre de la pirámide el artista está solo, y nada más que la contemplación desde ese lugar privilegiado le puede consolar de su soledad. Los autores de éxito rápido están en la parte baja de la pirámide. Nadie se acuerda de la mitad de los premios Nobel de literatura. Nadie se acuerda de casi ningún autor de los premios con más dotación económica dados hace más de veinte años. Si el autor acepta estar junto a la masa, en la parte baja de la pirámide, tendrá dinero, pero a su cadáver y a su memoria le van a dar por culo los años.

P.- Volvamos al principio: editor, escritor, periodista, articulista, presentador de programa radiofónico… ¿de dónde sacas tiempo? ¿No serás tú uno de los privilegiados que poseen un Giratiempo de la doctora Minerva McGonagall?

R.- No tengo tiempo para vivir. Antes pasaban deprisa los días, luego las semanas. Ahora son los años los que corren. A veces, veo a tanto escritor de basura que puede dedicarse a escribir ocho horas al día gracias a alagar el gusto de la plebe y tengo envidia malsana. Hago tantas cosas que tengo la sensación de hacerlas todas mal. No escribo otra novela por falta de tiempo y porque no encuentro nada original de lo que escribir. Llevo siete años de depresión y ansiedad porque el mundo me da asco, la literatura y el arte de nuestro tiempo (empezando por la arquitectura, la pintura y la escultura) me parecen basura, y no puedo hacer nada. Las horas se esfuman, antes pintaba, escribía… ahora no puedo. Soy un obrero de la cultura, el más pequeño. No sabes hasta qué punto siento desasosiego.

P.- ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cuándo sabes si un texto es bueno o malo?

R.- Siempre ha sido el mismo. Una idea se apodera de mí, la doy vueltas, empiezo a escribir mentalmente y sólo cuando ya lo tengo todo claro lo comienzo a poner en papel. Tengo que sentirme esclavo de la idea y del estilo necesario para esa idea. Me he sentido el Martin White de “Dinero, mentiras y realismo sucio”, el Said de “Europa se hunde”, el descendiente de Mozart en “Bäsle, mi sangre mi alma”. Es curioso, ahora sólo me apetece escribir sobre asesinos. Sólo escribo sobre asesinos, quizá por el asco y la pereza que me da la realidad.

P.- ¿Usas mucho la papelera?

R.- Antes la usaba mucho. Ahora casi nada: escribo poco y cuando lo hago es porque tengo muy claro qué quiero contar y cómo. Tengo parada una novela desde hace dos años sobre el tipo que mató a Juan Pablo I. No quiero hacer una novela histórica, sino una novela sobre cómo va cambiando el mundo al mismo tiempo que el alma del criminal. La historia se apodera del relato y lo paro una y otra vez. En realidad de lo que quiero tratar es cómo cambia el alma de alguien que se cree el rey de los asesinos y es sólo una marioneta, qué le sucede cuando lo comprende. No puedo avanzar. Necesitaría tres meses de completa soledad. No tiro la novela, la dejo ahí. No sé qué será de ella.

P.- No sólo de letras vive el hombre. ¿Dónde podemos encontrar a Miguel Ángel en la red? ¿Le dedicas mucho tiempo a ella?

R.- Mi web personal está abandonada hacer tres años al menos. Como mi vida está entremezclada con la de la editorial, se me puede encontrar en la web de Irreverentes, http://www.edicionesirreverentes.com La editorial tiene de todo en Internet, nos lo mantiene la empresa Absurda Fábula y yo pierdo media hora al día. Cada vez me interesa menos Internet y más releer libros viejos.

P.- Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve el editor?

R.- He publicado en prensa varias veces que el libro electrónico está condenado a darse de leches contra la realidad miles de veces. He tirado hace poco a la basura el periódico de la feria del Libro de Madrid de hace 16 años, con el libro electrónico en portada. Ya entonces decían que era el futuro. Todas las semanas me llegan ofertas para pasarme al libro electrónico con Ediciones Irreverentes. En 2009 me decían que las grandes superficies comerciales iban a hacer el lanzamiento definitivo. Ya se ve. Los periódicos dan gusto a sus patrocinadores sacando reportajes absurdos sobre el tema, pero nadie lee libros electrónicos. ¿Qué porcentaje de mierdas de esas ves en los trenes de cercanías, en el metro, en el autobús, en los jardines, en las playas, en comparación con libros de papel? Quizá algún día lo consigan, gracias a leyes y subvenciones, pero el papel es incomparablemente mejor que las lucecitas de la pantalla.

Portada de la primera edición del libro, en Olalla Ediciones

Vídeo de Extraña noche en Linares en Conocer al Autor